La personalidad puede compararse con una escultura donde intervienen muchos factores, entre ellos la herencia genética, la cultura familiar, el entorno, contexto, las desviaciones y perturbaciones psíquicas y emocionales, que en el camino va encontrando el individuo, que pueden ser motivaciones extremas u opuestas, ósea niveles bajos o exagerados de pensamientos, sentimientos y comportamientos, ejemplos: en el juego, jugar poco o mucho, en aspectos sexuales, en el sentido de vida y religioso entre otros; que van marcando diferencias individuales entre personas porque es una combinación en diferentes proporciones de factores fisiológicos, emocionales, sociales, educativos, entre otros.
En este complejo proceso de formación de la personalidad el rol familiar es de gran importancia porque los padres tienen responsabilidades innatas que no pueden delegar a personas ajenas al núcleo familiar, pero que pueden delegar, asistencia sanitaria pública o privada para conservar y restablecer la salud de su beneficiario, así como su aptitud para el estudio y el trabajo
Las reacciones propias de las crisis de madurez tienen su origen en el acelerado desarrollo de su sistema nervioso, ante el cual el niño reacciona con todo su cuerpo atravesando todo el espectro de emociones. Sus reacciones han de ser interpretadas como síntomas de su crecimiento, que tendremos que orientar adecuadamente. Por esa razón, es mejor comprender su situación e intentar suplir o coadyuvar esa falta de seguridad, ofreciéndole puntos de apoyo, rituales inalterables que se repitan cada día, La crisis de personalidad puede ser evidente a la edad de los 6 años y puede mantenerse oculta en la edad adulta y hasta el final de sus días, si no se llega a controlar a tiempo las deviaciones emocionales y psíquicas que padecen nuestros hijos desde la clandestinidad.
– En ocasiones notamos como si nuestros hijos hubieran dado un cambio radical, pasan de ser dóciles y obediente a una conducta antagónica, como renegar, mostrarse indiferente o mantener numerosas rabietas. En ocasiones, ése cambio nos hace temer que el niño tenga una nueva personalidad, que pueda llegar a ser bipolar, o que padezca de un trastorno posológicos que ya no pueda ser atendido solo con consejos sino que precisa la ayuda de un psiquiatra, psicólogo y profesionales de educación integral y aprendizaje seguro.
Normalmente, se trata de las crisis de edad y tienen que ver con los diferentes cambios físicos y psicológicos que siente el niño. La crisis de edad más conocida es la de la adolescencia.